14 de enero de 2014

La repetición como palanca de aprendizaje.


A cualquier comportamiento que repetimos regularmente, que requiere de poco o ningún raciocinio y que fue aprendido por cualquier motivo, lo llamamos hábito.

Nuestra vida es una extensa colección de hábitos, algunos buenos y otros no tanto. Y seguramente tú, al igual que muchas otras personas, quisieras introducir un par de hábitos nuevos o cambiar alguno que ya tienes, con el fin de mejorar en algún aspecto.

Para formar un hábito, se debe practicar muchas veces conscientemente, para que así el cuerpo y la mente se acostumbren a esta nueva forma de pensar o actuar, hasta que el comportamiento sea inconsciente.

Piensa en la primera vez que amarraste tus zapatos: se que fue todo un logro, y aunque en esa ocasión tuviste que pensar y calcular cada movimiento, estoy seguro que hoy lo podrías hacer con los ojos cerrados.

Hoy, amarrarte los zapatos es una actividad inconsciente, porque practicaste lo suficiente; y a fuerza de repetir esta acción una y otra vez te volviste un experto.

Lo mismo sucede con cualquier cosa que queremos aprender –un nuevo habito, por ejemplo-: si mantenemos el esfuerzo el tiempo necesario y practicamos lo suficiente, seremos capaces de hacerlo parte de nuestra rutina.

Todo tiene su precio: si quieres ser bueno tocando guitarra, debes sacar el tiempo necesario para practicar; si quieres aprender un idioma, debes practicar todos los días; si quieres ser el mejor en tu trabajo o en el estudio, debes invertir muchas horas para desarrollar los proyectos que te asignan.

Cualquier actividad se volverá sencilla si practicas el número de veces adecuado.