Aunque algunas
veces sentimos que nuestras vidas son demasiado rutinarias, pocas veces nos
damos cuenta que cada cierto tiempo llegamos a un punto en el que debemos tomar
una decisión importante, un momento en el que debemos elegir una opción entre
varias disponibles. Este momento nos ofrece la posibilidad de definir el rumbo de
nuestra vida y decidir el camino que queremos seguir.
Cuando llegamos a
este punto evaluamos las opciones disponibles y tomamos la mejor decisión
posible con base en la información que tenemos a la mano, y pocas veces calculamos
la forma como esta decisión afectará nuestro futuro. Debemos entender que el
futuro lo construimos con las decisiones que tomamos hoy, no con las acciones
de mañana.
La mayoría de las
veces, las decisiones que tomamos nos mantienen en esa zona en la que nos
sentimos seguros y abrigados, nuestra zona de confort, y son pocas las que somos
capaces de tomar decisiones drásticas que nos obliguen a abandonar este espacio
seguro. Es natural que queramos mantenernos en esta zona, aunque si queremos
crecer, debemos ser capaces de aventurarnos un poco más allá de lo que
conocemos.
Si pudiéramos ver
nuestras vidas desde arriba, dibujada en solo dos dimensiones, seguramente no
veríamos una larga línea recta, sino veríamos algo parecido a un gran laberinto:
algunos caminos no nos llevan a ninguna parte, otros se bifurcan y nos ofrecen
varios destinos posibles, y algunos otros son circulares y nos llevan al mismo
punto desde el cual partimos, obligándonos a empezar de nuevo.
Es por esto que
debemos pensar en nuestra futuro, y entender bien como cada decisión de hoy
impacta mi mañana,
Si no estas
contento con tu rutina, aprovecha estos puntos de decisión para desafiar tu
mundo, para cambiar tu rutina aprendiendo nuevas cosas, para disfrutar cada
instante al máximo. No te quedes quieto, tienes un gran laberinto ante ti por
descifrar.